Bienvenido. Welcome. Bienvenu. Willkommen.

Que vivimos en tiempos furiosos. Que no nos toleramos a nosotros mismos ni por un segundo. Que nos han enjaretado las ineptitudes de nuestros padres. Que nuestras naciones parecen rellenos sanitarios.
En medio de todo, yo escribo. Me siento faro ante la tenebrosa noche. Me siento falo, derechito para el cielo. Ésta es mi vida, mi carro, mi escuela, mi casa, mi trabajo. Ésta es la huella que tú, por certeza o por pereza, has decidido también acoplar a tu paso.

jueves, 28 de febrero de 2013

Tierra firme


Son las 12:54, mediodía.

Llevo 69 noches navegando las aguas de mi habitación, sin suerte alguna. El agua dulce escasea y los vientos se muestran poco generosos. Recuerdo, varias lunas atrás, haber tocado tierras baldías. Mujeres sin rostro y sin sentido, en las cuales todo fruto era amargo y sus besos sabían a orín. No son buenos tiempos para ser explorador.

Son las 6:27 por la tarde.

El ocaso arriba a mi ventana. Será otro día más con el estómago crujiendo y el corazón armando un motín, aquí en el pecho. A veces pienso en amarrar una soga en mi cuello y colgarme de la verga. Otras, en saltar por la borda de mi departamento, y caer hasta el concreto del océano. Cómo puede uno dormir con tales pensamientos.

Son las 2:37 en la madrugada.

Los vientos se inquietan y empujan las velas. Y con ellos llegan tus golpes en mi puerta. Todo sucede demasiado rápido. El curso se acelera y la nave cobra fuerza. Las luces de la sala se prenden y apagan. Tus labios y manos llegan a mí por vendavales. El deseo se comienza a levantar. Propongo el rumbo de mi cuarto.

Son las 3:17 y qué diablos importa.

Vislumbro con anhelo tu cuerpo desnudo en mi cama, como un marinero, tierra firme. Las sábanas parecen ir y venir sobre tu figura. Una invitación para acercarme. Admiro tu relieve, cada altura y cada cuenca y me imagino el resbalar de cada una de las gotas de una lluvia. Anticipo el asomarme en tus rincones y el correr por tus laderas. Voy a sumergir mi rostro en el agua dulce de tu cuerpo. Y sé que ya no tendré sed.

Estos sí son buenos tiempos para ser explorador.

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