la nuestra no es cuestión
de amor, es cuestión de calor
descendiste de tu
automóvil y lo supe
el paso felino de tu andar
y se acomodó la certeza
tomó una sonrisa, la noche
perfumada de tu pelo y lo que tarda un semáforo
para ya no poder ponerlo
en duda
enfriamos las
preocupaciones en un par de cervezas
y llegó la merienda para compartir
éramos dos hambres
inquietas
cuando llegó la cuenta y
con la situación ya más que tibia
le pagamos a la suerte sin
mirar
no subiste sola a tu
automóvil
zigzagueaste conmigo,
entre la superficie y lo profundo
de las calles, de nuestras
vidas
hasta que por fin,
estacionaste en mi cuarto
intermitentes, los besos y
el tacto
nos supimos en un jardín
de muchos fuegos
con nuestras ropas
floreciendo en el piso
desconocidos horas antes
cómplices con el instante
no, lo nuestro en ningún
momento fue cuestión de amor
ahora,
con tu rostro apagándose
en mi pecho
no puedo dejar de
preguntarme
si te veré para el
desayuno