Estuve con tu madre. No somos
novios, hemos compartido un par de cafés, he ido a bailar en más de alguna
ocasión. Y por el placer de nuestra compañía, decidimos compartir nuestros
cuerpos, nuestra desnudez, nuestra intimidad. ¿Tuvimos algún otro objetivo
oculto? Para nada. Lo nuestro fue la manifestación de nuestra sexualidad por
puro placer. Y tú, fuiste la sorpresa unas cuantas semanas después, cuando ella
en la ausencia de su periodo se hizo aquella prueba de embarazo.
Nunca seré tu padre, pero me
importas. No te engañes. Me importas, y puedo decir que me importas lo
suficiente para haber hablado esto con tu madre y haber podido llegar a tomar
esta decisión. No te mentiré. Me sentí aliviado cuando después de hablarlo por
varias horas, imaginarnos cómo serían nuestras vidas contigo. Desde lo más rosa
hasta el más marcado de los claroscuros. Quiero que sepas que ha sido lo más
difícil que he tenido que hacer en mi vida. Para tu madre lo fue más aún. Sin
embargo, siendo los más honestos que pudimos con nosotros mismos.
Tu madre tiene sus razones, y
esas sólo pueden quedarse entre tú y ella. Si necesitas saber, lo único que
puedo decir es que en estos días, la única certeza que tengo es que estoy solo.
Verás, trabajo y estudio, estoy por mi cuenta. No tengo madre, hay una señora que
se hace cargo de mi hermano, un crío de trece. Yo tengo el compromiso de
terminar mis estudios y trabajo para lograr pagar la renta y llegar a fin de
mes. Y mi padre, qué te puedo decir, mi padre hace tiempo que dejó de luchar
por mí. Así que cómo ves, no tengo el apoyo de alguien realmente. Digo están
los amigos, pero cuando realmente se necesitan, sólo los lazos de sangre
perduran y a veces, ni esos. Y digo, al final de cuentas, sé que puedo trabajar
más, dejar los estudios. Pero no quiero ni odiarte a ti, ni odiarme a mí por
renunciar o posponer los sueños. Te soy sincero, yo conozco el sentimiento que
se tiene cuando un padre no puede luchar por ti. No puede estar, no puede
apoyar, y su paternidad se queda solo en palabras. Es algo con lo que todavía
cargo, y no quiero que tú cargues con ello también. Y sí de algo estoy seguro
es que, aunque no dudo de mis capacidades, no estoy listo todavía de estar
contigo. Y lamentablemente, darte en adopción no es una opción para mí. Porque
bien puedes tener la dicha de encontrar una familia que te merezca, pero la
probabilidad apunta a que terminarás en una casa hogar o en la calle, y yo
nunca podría vivir con eso. Pero creo que eso es parte del lugar en dónde te
tocó no nacer.
Ahora quiero que sepas que no es
tu culpa. Incluso quiero agradecerte, que me hayas elegido para ser tu padre.
Porque a pesar de los anticonceptivos y los condones, quisiste llegar a
nuestras vidas. En serio, eres un privilegio. Pero te voy a dar el consejo
paternal que no te daré otra vez. Busca lo mejor para ti. Encontrarás unos
padres que te amen, que te lleven a la escuela, te compren un perro. Que estén
ahí cada vez que los necesites. Se irán de vacaciones. Les presentarás a tu
pareja. Te mandarán a la universidad. Te verán graduarte. Te despedirán cuando
te vayas al trabajo de tu vida, y sobre todo te verán ser un gran hombre o
mujer. Mejor delo que yo he sido hasta hoy. Por eso te pido disculpas, tienes
cinco semanas en el vientre de tu madre y ya te estamos mandando de vuelta. Sé
que te dolerá, pero no te preocupes, no será mucho tiempo. Y luego podrás
elegir una nueva vida que tener delante de ti. Si de algo sirve, a mi también
me dolerá. Me dolerá mucho porque sé que no será ni tantito lo que le va a
doler a tu madre cuando se someta a los horrores del procedimiento en un par de
días.
Que tengas una excelente próxima
vida, sé que harás a algún padre muy orgulloso y muy feliz. Prometo que cuando
sea mi tiempo y pueda ser totalmente responsable, también encontraré a un hijo
y una hija que esté orgulloso, orgullosa de mí.