Dame un pretexto para no girar el volante. Hazme algo para
poder evitar la salida que me lleve al periférico de mi propia vida. Yo sé que
si me lo permites, seré hombre de diplomas y papeles, tan recto como cualquier
brújula, y pasaré el resto de mis días siempre viendo el norte.
Pero si me dejas, pisaré el acelerador a fondo, con
dirección al sur. A la promesa de unos días contigo. Con un poco de suerte, mi
coche andará con el tanque lleno de esperanza. Con un poco de suerte, la
fortuna no me cobrará peaje.
Sigo pensando en lo que voy a decirte al llegar.
Probablemente no te diga nada y me limite a dejar mi cuerpo y me volveré parte
del tuyo. Manos y labios, nariz y cabello. Sigo pensando que la carretera tiene
por destino el calor de tu pecho.
Entonces recuerdo que soy un tarado más en el tráfico, que
siempre me salgo de la López Mateos. Que todavía no me has dado algún pretexto.
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