Bienvenido. Welcome. Bienvenu. Willkommen.

Que vivimos en tiempos furiosos. Que no nos toleramos a nosotros mismos ni por un segundo. Que nos han enjaretado las ineptitudes de nuestros padres. Que nuestras naciones parecen rellenos sanitarios.
En medio de todo, yo escribo. Me siento faro ante la tenebrosa noche. Me siento falo, derechito para el cielo. Ésta es mi vida, mi carro, mi escuela, mi casa, mi trabajo. Ésta es la huella que tú, por certeza o por pereza, has decidido también acoplar a tu paso.

martes, 29 de abril de 2014

Epistolar

Escribo esta carta sin destinatario. Te escribo porque no existes. Porque nunca tomaste mi mano, ni apretaste tu cuerpo contra el mío. En la calle, por la noche y a causa del frío. Nunca me sonreíste, después de despegar tus labios de los míos; y me viste con tus ojos risueños , a manera de promesa, de que, sin duda, la mañana siguiente la despertarías  a mi lado.

Escribo esta carta pensando que nunca te encontrarás con ella. Que no la mantendrás guardada en tu bolso, junto a tu labial y esa libreta que cargas a dondequiera que vas. Que no te encontrarás a ti misma, leyéndome con tu boca entreabierta, susurrando cada una de estas palabras. Pequeñas esperanzas que terminaron a la deriva de la distancia que siempre nos caracterizó.

Esta noche, sé bien por qué te escribo. Es el deseo, son las ganas. Esta jauría de perros locos que me recorren el corazón y el sexo. En esta ciudad fría y apagada que es mi cuerpo, habitada por los sueños ebrios que se pasean buscando a los amantes que nunca fuimos.

Me pregunto dónde estás. No me sorprende, nunca me tomé la molestia de preguntarte por el lugar que tú llamas casa.


Todo lo que poseo, al cartero que pueda entregar esta misiva. Al que pueda, sin importar los días que nos separen de la última vez que nos cruzamos, dejar ante tu rostro la certeza que no fuiste tú, sino el remitente, el que ya lo ha olvidado todo.