Ejercicio No. 1 (TNArtefacto)
Mauricio volvió a descargar la palma de su mano sobre el glúteo de Priscila. Fue una nalgada que se le antojó exquisita, en aquel trasero tan firme y jóven. Bajo el cuero y las medias de seda, la mujer dejó escapar un gemido de placer. Criatura extraordinaria, pensó Mauricio.
-Pregúntele, doctor, si está bien. Sí quiere más o no. Déjela confiar en usted. Recuerde que esto es un mero asunto de confianza.- Le aseguró de nuevo el joven de ojos saludos que se encontraba del otro lado del cuerpo de la mujer en cuestión.
Mauricio inclinó su propio cuerpo, y puso su boca justo a lado del oído de Priscila.
-¿Te gusta, hermosa? ¿Más fuerte, más despacio? ¿Cómo te gusta?
-Deme más, por favor. Golpee con fuerza, más duro.- Respondió ella.
Mauricio se tomó un momento para saborear la situación. Sentía su erección debajo de la cachemira. La luz artificial a media iluminación sobre su piel y ojos. El olor a perfume barato de Priscila, mezclándose con el humo de habano. El gusto del bourbon respirando en su garganta.
Se sentía joven de nuevo. Un muchacho de facultad con el corazón vibrante. Un estudiante en otoño. Sólo que esta noche, no él quien daba alguna cátedra sobre parafernalias sociales de las dictaduras militares del siglo XX o similar. No, era él ahora el estudiante recibiendo lecciones de dolor y placer, impartidas por las nalgas de Priscila.
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