No es fácil amar. Se requiere coraje. Es tan difícil amar de
verdad que alguien puede amar una sola vez en su vida, y habrá valido la pena.
¿Por qué pensar qué tenemos que amar todo el tiempo? ¿Por qué he de ser tan
soberbio al pensar que un gesto amable, una caricia, un encuentro íntimo
justifica que yo sea el objeto de tu amor? Quizá ya hemos amado y no podamos
hacerlo más. Quizá sea posible que el amor esté todavía por llegar. ¿Quiénes
somos para exigirnos, para condenarnos a amar siempre y en todo momento, por el
resto de nuestras vidas? Como si fuésemos máquinas que, sin descanso y por programación,
fuéramos capaces de repetir una infinidad de veces la misma acción. Conocer a
alguien, mostrar interés, cortejar, enamorarnos, amar (Repita la operación
hasta el cansancio). ¿Quién fue el imbécil o el inteligente al que se le
ocurrió que uno sólo puede justificar su existencia al amar a otro individuo?
¿Cómo puede alguien estar tan seguro que este ejercicio es amar y no una mera
inquietud en la entrepierna?
Por eso te dejé ir. Porque puedes amar o no amarme. Antes
quiero que seas poeta, o cocinera. Que atiendas mesas, que escribas tu tesis.
No me interesa ser o no el objeto de tu amor. Pero sí quería caminar contigo
hasta tu casa después de un concierto, leerte en voz alta mis pensamientos favoritos,
pasar la tarde entera en ropa interior contigo bebiendo tinto y escuchando
nuestras canciones predilectas. No sé si hacer todas estas cosas requieren amor
o no. Si querer hacerlas contigo, solamente contigo, significa que te ame. Pero
como todo, me parecía un buen comienzo, y uno bastante valiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario