Porn

Amanecí entre colillas y canciones apagadas. Sentí los arañazos de la noche anterior en mi espalda. Me fumé otro cigarro para el dolor. Camine con paso derrotado hasta el espejo escuchando las quejas del suelo, como un chicle. Delante de mí había ojos irritados, labios agrietados y un hartazgo gigantesco.

No me gustaba acordarme de las horas pasadas en las que, según mi propio juicio, solo acabé por darme cuenta que perseguir gatas nunca ha sido tan buena idea.

Para distraerme comencé por buscar alimento en la alacena. Vacía. No sabía si estaba viendo mi reflejo o el hueco que había entre el refrigerador y el aceite de cocina.

Exhausto, al punto del desquicio, me puse a ver la pornografía que es mi vida. Ni eso me levantó la verga. Acabé con los cigarros de emergencia, que ya no me importaba el porvenir...