He estado bastante ausente. Últimamente no he podido estar conmigo mismo en la misma habitación. Concentrarme requiere cantidades titánicas de energía. Escribir ni se diga. Poco a poco, mi ejercicio favorito se ha convertido en una fobia incesante. Y es curioso, yo juraba que en las letras uno se podía olvidar de todos sus miedos, aunque fuese por una media hora nada más. Así que en este pequeño arranque de valentía, voy a tratar de mantener las cosas más sencillas posibles.
Tengo 23 años y ya pago renta. Todavía no me he graduado y este semestre se ha vuelto más complicado de lo que esperaba. Mis materias están consumiéndome a fuego lento, incluso dibujar se ha vuelto una mala excusa para desperdiciar mis créditos universitarios.
La única excusa para sentirme bien es mi trabajo en ARTEFACTO pero por las vacaciones de pascua ha estado muerto y mis jefes se ha vuelto fanáticos de postergar las cosas. Me hacen preguntarme dónde esta la faramalla, la vida bohemia del mundo literario que tanto prometía con ser mi vida.
No quiero una familia, no quiero amigos, no quiero más que alguien nuevo, un cuerpo de mujer para abrazar en mi cama el fin de semana, compartir un café, hablar toda la madrugada, besarle el sexo, guardar mis manos en su pecho. No tiene que ser inteligente, ni muy guapa, sólo tiene que desearme como una nueva aventura en sus días propios.
Me caga, me caga, me caga. Mandaré esta entrada al carajo...
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